Parece que ya fue hace mucho tiempo cuando Jacques Delors (1996), nos regalaba “Los cuatro pilares de la educación”, de cara al siglo XXI, a través de un ensayo de la UNESCO. Es cierto, muchas cosas como sociedad, a nivel global, han cambiado desde entonces, y no podemos negar que la evolución y revolución tecnológica, nos han llevado a dar pasos agigantados en diversos ámbitos sociales, entre ellos, la educación, siendo testigos de cómo no solo los medios se han introducido en los diferentes espacios de aprendizaje que hoy conocemos, optimizando las oportunidades y alcances, así como las formas, es decir, la pedagogía que acompaña cada uno de estos procesos formativos tan cambiantes.
Dentro de todo ello, es fácil como mamás, papás y educadores, sentir por momentos que la realidad que están experimentando nuestros hijos y alumnos, nos rebasa, quizá por lo desconocido para nosotros, los cambios, los nuevos lenguajes y la manera tan acelerada en que todo ésto sucede, sin embargo, parece que es lo relacionado con uno de esos tan preciados pilares, el que nos puede dar la respuesta ante esa incertidumbre de cambios y escenarios para nuestros niños, niñas y adolescentes de hoy.
Dentro de todo ello, es fácil como mamás, papás y educadores, sentir por momentos que la realidad que están experimentando nuestros hijos y alumnos, nos rebasa, quizá por lo desconocido para nosotros, los cambios, los nuevos lenguajes y la manera tan acelerada en que todo ésto sucede, sin embargo, parece que es lo relacionado con uno de esos tan preciados pilares, el que nos puede dar la respuesta ante esa incertidumbre de cambios y escenarios para nuestros niños, niñas y adolescentes de hoy.
Así es, tan complejo como lo es cada persona, pero a la vez tan esencial dentro de su desarrollo, ya que es lo que les permitirá navegar en lo global, construyendo sus propias ideas, hacer frente a las adversidades, tomar sus propias decisiones, alcanzar sus metas y la tan necesaria AUTONOMÍA.
Se dice en términos de desarrollo que, cuando no permitimos que un niño, niña o adolescente ponga en práctica su autonomía (de acuerdo con su edad), estamos limitando sus capacidades, dando un mensaje como “necesito hacerlo por tí porque no eres capaz”, y ésto aplica no sólo en términos de sus hábitos y rutinas, sino en todo lo antes mencionado en torno a saber SER.
Un niño o niña que desarrolla su autonomía en su capacidad creativa, no tendrá miedo de expresar sus ideas, de probar cosas nuevas ni de equivocarse, porque sabe que ese es el camino a encontrar su propia realización o éxito.
Un adolescente al que se le ha formado para poner en práctica sus valores con autonomía, sabrá tomar mejores decisiones no en cuanto a lo que “debe ser”, sino en relación a su bienestar y a aquello que lo acerque a lo que quiere lograr, adquirirá conocimientos y obtendrá habilidades, pero también conectará con su mundo interno.
¿Cómo desarrollamos su autonomía?, ¿Cómo les permitimos aprender a ser dentro de este mundo tan cambiante?, ¿Cómo educamos a través de la confianza y no del miedo?
Permíteles aprender de sus errores.
Déjales equivocarse primero en un terreno “seguro” en el que puedas darles herramientas para ver el error como una oportunidad para aprender y no para ser juzgados, posteriormente, en otros escenarios, podrán enfrentar errores con mayor seguridad y mentalidad de crecimiento.
Dales responsabilidades que los hagan crecer.
Como ya mencionamos, no hagas por ellos aquello que por su edad o madurez ya sean capaces de hacer por sí mismos, ésto les dará la confianza de poder enfrentar los retos y poner en práctica lo que saben hacer “allá afuera”, así como resolver problemas y evitar que se “cierre el mundo” cuando algo se sale de control.
Favorece sus competencias emocionales.
Así como inviertes tiempo y recursos en que adquieran habilidades importantes como los idiomas, las matemáticas, la habilidad digital, etc., hazlo también con herramientas que puedan aprender junto contigo para conocer, nombrar y gestionar sus propias emociones, éste, es un aprendizaje para toda la vida.
Es importante entender que, la generación que nos encontramos educando hoy, tiene acceso a mucha información que en su momento para nosotros ni siquiera era posible, sin embargo, cuando elegimos afrontar esta realidad desde la confianza y no del miedo, entonces les damos oportunidad de poner en práctica esas habilidades de saber ser, sabiendo que se encuentran preparados para navegar en el mundo global que no necesariamente es su futuro, sino que los demanda ya en su presente y por consiguiente, en el nuestro como educadores.
Por: Elizabet Carpio
Equipo académico LIA.